*El frío viento de las montañas y la neblina que surge del bosque, arropan con ternura al Monasterio de las Benedictinas San Juan Bautista, un imponente edificio con raíces italianas y con monjas felices que ofrecen paz, amor y espectaculares viandas y ricos licores
Carolina Miranda
Xico, Ver.- El clima húmedo que genera la vegetación del bosque caducifolio de la región veracruzana, envuelve una enorme estructura que emana paz y tranquilidad, un pedacito que nos remite a la Italia religiosa.
La neblina abraza con ternura un par de efigies religiosas que buscan asemejar el poderoso bronce; y una potente iglesia forma parte de una postal, casi idéntica, a El Vaticano.
La firme puerta de madera, que se abre lentamente como un susurro hacia lo divino, las marquesinas y las ventanas del Monasterio de las Benedictinas San Juan Bautista, nos ubican en el centro de la Iglesia Romana.
La arquitectura al puro estilo italiano, convirtieron al monasterio en el único de este tipo en Veracruz. Y se encuentra, orgulloso de sus raíces europeas, a escasos kilómetros del Pueblo Mágico de Xico.
Si sus enormes arcos y sus cúpulas interiores sorprenden, sus techos de madera dejan atónitos. Un pie adentro y la sensación de humildad ante lo divino invaden el cuerpo, un cuerpo pecador y arrepentido.
Nueve años tardaron en edificarlo con fondos del mismísimo Vaticano, con su área para la vida diaria de las monjas que habitan el sitio, mujeres dedicadas a Dios y a los habitantes de este mundo.
Y si la estructura italiana no son suficientes para alegrarse, basta ingresar a la tiendita del lugar y encontrarse con una sonriente y contenta Sor María Paola, ataviada con su tradicional hábito.
Jamás deja de sonreír bajo la mirada de las imágenes de los fallecidos Obispo de la Arquidiócesis de Xalapa, Hipólito Reyes Larios y el entonces Cardenal, Sergio Obso Rivera, así como el actual Obispo, Jorge Carlos Patrón Wong.
Cómo negarse, con esa alegría que desborda, a probar las exquisitas viandas producidas por las manos santas de las monjas benedictinas: tarta de frutos rojos, conchas rellenas de chocolate, pastas frescas, pizzas, pambazos con carne polaca y frijol con longaniza, galletas… y nieves artesanales de cacahuate y coco.
No puede faltar el rompope, licor de café y el Licor de Limonchelo, típico de Italia, obtenido por la maceración en alcohol de la cáscara de limón, mezclado con un jarabe de agua y azúcar, una receta de la región de Campania, en el Golfo de Salerno.
-Nosotros viajamos seguido a Italia, afirma, orgullosa, Sor María Paola, una de las moradoras del espectacular sitio donde prevalece la oración comunitaria, la obediencia recíproca, la caridad fraterna y el espíritu de humildad.
-La arquitectura del edificio es con inspiración italiana, recuerda en medio de docenas de crucifijos, estampas religiosas, rosarios, escapularios, tarjetas de oración y agua bendita, todo sin necesidad de ir a la Santa Sede.
En medio del bosque, un lugar con raíces italianas, al alcance de los hombres y mujeres mundanos.